Del Evangelio Según San Lucas 1, 26-38.
Solemnidad de la Inmaculada Concepción
¿En qué sentido podría encarnar en mi vida, la frase de María Santísima: «Hágase en mí según tu palabra»?
Creo que todos podemos escuchar la voz de Dios, escuchar su Palabra, «Luz verdadera que ilumina a todo ser humano» (Jn. 1, 9), y pedirle que se cumpla en nuestra vida. ¿En qué sentido? Poniendo nuestra vida en sus manos, en un acto de fe y confianza. Puedo disponerme y, como María, vivir mi papel de creyente, de persona que acoge la Palabra revelada. María confió y creyó, se fía y cree. A pesar del sinsentido de la situación que ve pone su confianza en el Señor, a quien no ve. En cada uno de nosotros se repite espiritualmente este acontecimiento cuando nos sentimos interpelados en nuestra fe, cuando se presenta ante nosotros, las contrariedades de la vida, el reto a optar por lo que va contra corriente, por ser coherente con la fe que profeso. En todas esas situaciones puedo imitar a María y, sin perder la paz, repetir con Ella: «¡Hágase en mí según tu palabra!».
No es fácil, por eso tengo que reconocer mi pequeñez, mi debilidad, ante Aquel que sé que me ama, porque como dice la canción: «Nadie me ama como El» porque dio su vida por mí, por cada uno de nosotros.
«La caridad crece al ser comunicada» (Vida 7,8) En Centro América, especialmente en Nicaragua, el día de la Inmaculada Concepción se grita: ¿Quién causa tanta alegría? ¡La Concepción de María!. Pidámosle a Ella por nuestros hermanos y hermanas de este país vecino, que viven también la incertidumbre, ayudemos con nuestra oración y confianza.