Domingo 30 de marzo

IV SEMANA DE CUARESMA

Feria Morado o Rosa


ANTÍFONA DE ENTRADA

Cfr. Is 66, 10-11

Alégrate, Jerusalén, y que se reúnan cuantos la aman. Compartan su alegria los que estaban tristes, vengan a saciarse con su felicidad.


No se dice Gloria


ORACIÓN COLECTA

Señor Dios, que por tu Palabra realizas admirablemente la reconciliación del género humano, concede al pueblo cristiano prepararse con generosa entrega y fe viva a celebrar las próximas fiestas de la Pascua. Por nuestro Señor Jesucristo...


PRIMERA LECTURA

El pueblo de Dios celebró la Pascua al entrar en la tierra prometida.

Del libro de Josué: 5, 9. 10-12

En aquellos días, el Señor dijo a Josué: "Hoy he quitado de encima de ustedes el oprobio de Egipto".

Los israelitas acamparon en Guilgal, donde celebraron la Pascua, al atardecer del día catorce del mes, en la llanura desértica de Jericó. El día siguiente a la Pascua, comieron del fruto de la tierra, panes ázimos y granos de trigo tostados. A partir de aquel día, cesó el maná. Los israelitas ya no volvieron a tener maná, y desde aquel año comieron de los frutos que producía la tierra de Canaán.

Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.


SALMO RESPONSORIAL

Del salmo 33

R. Haz la prueba y verás qué bueno es el Señor.


Bendeciré al Señor a todas horas, no cesará mi boca de alabarlo. Yo me siento orgulloso del Señor, que se alegre su pueblo al escucharlo.

R. Haz la prueba y verás qué bueno es el Señor.


Proclamemos la grandeza del Señor y alabemos todos juntos su poder. Cuando acudí al Señor, me hizo caso y me libró de todos mis temores.

R. Haz la prueba y verás qué bueno es el Señor.


Confía en el Señor y saltarás de gusto, jamás te sentirás decepcionado, porque el Señor escucha el clamor de los pobres y los libra de todas sus angustias.

R. Haz la prueba y verás qué bueno es el Señor.


SEGUNDA LECTURA

Dios nos reconcilió consigo por medio de Cristo.

De la segunda carta del apóstol san Pablo a los corintios: 5, 17-21

Hermanos: El que vive según Cristo es una creatura nueva; para él todo lo viejo ha pasado. Ya todo es nuevo.

Todo esto proviene de Dios, que nos reconcilió consigo por medio de Cristo y que nos confirió el ministerio de la reconciliación. Porque, efectivamente, en Cristo, Dios reconcilió al mundo consigo y renunció a tomar en cuenta los pecados de los hombres, y a nosotros nos confió el mensaje de la reconciliación. Por eso, nosotros somos embajadores de Cristo, y por nues-tro medio, es como si Dios mismo los exhortara a ustedes. En nombre de Cristo les pedimos que se dejen reconciliar con Dios.

Al que nunca cometió pecado, Dios lo hizo "pecado" por nosotros, para que, unidos a él, recibamos la salvación de Dios y nos volvamos justos y santos.

Palabra de Dios. Te alabamos, Señor.


ACLAMACIÓN ANTES DEL EVANGELIO

Lc 15, 18

R. Honor y gloria a ti, Señor Jesús.

Me levantaré, volveré a mi padre y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti. R.


EVANGELIO

Tu hermano estaba muerto y ha vuelto a la vida.

Del santo Evangelio según san Lucas: 15, 1-3. 11-32

En aquel tiempo, se acercaban a Jesús los publicanos y los pecadores para escucharlo; por lo cual los fariseos y los escribas murmuraban entre si: "Éste recibe a los pecadores y come con ellos".

Jesús les dijo entonces esta parábola: "Un hombre tenía dos hijos, y el menor de ellos le dijo a su padre: 'Padre, dame la parte de la herencia que me toca'. Y él les repartió los bienes.

No muchos días después, el hijo menor, juntando todo lo suyo, se fue a un país lejano y allá derrochó su fortuna, viviendo de una manera disoluta. Después de malgastario todo, sobrevino en aquella región una gran hambre y él empezó a pasar necesidad. Entonces fue a pedirle trabajo a un habitante de aquel país, el cual lo mandó a sus campos a cuidar cerdos. Tenía ganas de hartarse con las bellotas que comían los cerdos, pero no lo dejaban que se las comiera.

Se puso entonces a reflexionar y se dijo: '¡Cuántos trabajadores en casa de mi padre tienen pan de sobra, y yo, aqui, me estoy muriendo de hambre! Me levantaré, volveré a mi padre y le diré: Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo. Recíbeme como a uno de tus trabajadores'.

Enseguida se puso en camino hacia la casa de su padre. Estaba todavía lejos, cuando su padre lo vio y se enterneció profundamente. Corrió hacia él, y echándole los brazos al cuello, lo cubrió de besos. El muchacho le dijo: 'Padre, he pecado contra el cielo y contra ti; ya no merezco llamarme hijo tuyo'.

Pero el padre les dijo a sus criados: 'Pronto!, traigan la túnica más rica y vistansela; pónganle un anillo en el dedo y sandalias en los pies; traigan el becerro gordo y mátenlo. Comamos y hagamos una fiesta, porque este hijo mío estaba muerto y ha vuelto a la vida, estaba perdido y lo hemos encontrado'. Y empezó el banquete.

El hijo mayor estaba en el campo y al volver, cuando se acercó a la casa, oyó la música y los cantos. Entonces llamó a uno de los criados y le preguntó qué pasaba. Éste le contestó: "Tu hermano ha regresado y tu padre mandó matar el becerro gordo, por haberlo recobrado sano y salvo'. El hermano mayor se enojó y no quería entrar.

Salió entonces el padre y le rogó que entrara; pero él replicó: '¡Hace tanto tiempo que te sirvo, sin desobedecer jamás una orden tuya, y tú no me has dado nunca ni un cabrito para comérmelo con mis amigos! Pero eso si, viene ese hijo tuyo, que despilfarró tus bienes con malas mujeres, y tú mandas matar el becerro gordo'.

El padre repuso: 'Hijo, tú siempre estás conmigo y todo lo mio es tuyo. Pero era necesario hacer fiesta y regocijarnos, porque este hermano tuyo estaba muerto y ha vuelto a la vida, estaba perdido y lo hemos encontrado".

Palabra del Señor. Gloria a ti, Señor Jesús.


REFLEXIÓN DEL PAPA FRANCISCO

Es importante esta enseñanza de Jesús: nuestra condición de hijos de Dios es fruto del amor del corazón del Padre; no depende de nuestros méritos o de nuestras acciones, y, por lo tanto, nadie nos la puede quitar, ni siquiera el diablo. Nadie puede quitarnos esta dignidad. Esta palabra de Jesús nos alienta a no desesperar jamás. Pienso en las madres y en los padres preocupados cuando ven a los hijos alejarse siguiendo caminos peligrosos. Pienso en los párrocos y catequistas que a veces se preguntan si su trabajo ha sido en vano. Pero pienso también en quien se encuentra en la cárcel, y le parece que su vida se haya acabado; en quienes han hecho elecciones equivocadas y no logran mirar hacia el futuro; en todos aquellos que tienen hambre de misericordia y de perdón y creen no merecerlo... En cualquier situación de la vida, no debo olvidar que no dejaré nunca de ser hijo de Dios, ser hijo de un Padre que me ama y espera mi regreso. Incluso en la situación más fea de la vida, Dios me espera, Dios quiere abrazarme, Dios me espera. (Audiencia general, 11 de mayo de 2016)


Se dice Credo.


PLEGARIA UNIVERSAL

Oremos, hermanos, al Señor que no desea la muerte del pecador, sino que se convierta y viva, y pidámosle que tenga misericordia de su pueblo penitente.

Después de cada petición diremos (cantando): Señor, ten piedad (o bien: Kýrie, eléison).

Por la Iglesia. Que Dios, nuestro Señor, la purifique en la Sangre de Cristo y conceda a todos los fieles una conversión sincera. Oremos.

Por quienes se preparan para recibir los sacramentos de la Iniciación cristiana. Que experimenten en su vida el gran regalo de haberse encontrado con Jesús. Oremos.

Por toda la humanidad. Que arraigue en ella la justicia, crezca la libertad y todos aprendan a amarse como hermanos. Oremos.

Por los que se ven tentados o se sienten turbados. Que el Señor les conceda su fuerza y otorgue el consuelo a quienes están tristes o abatidos. Oremos.

Por todos nosotros. Que el Señor nos infunda el deseo de una verdadera conversión y celebremos dignamente las fiestas de la Pascua. Oremos.

Dios, rico en misericordia, que recibes con el abrazo del perdón a tus hijos arrepentidos, escucha nuestras oraciones, perdona nuestras culpas y revis-tenos con vestiduras de fiesta, para que podamos participar en el banquete pascual. Por Jesucristo, nuestro Señor.


ORACIÓN SOBRE LAS OFRENDAS

Te presentamos, Señor, llenos de alegría, estas ofrendas para el sacrificio redentor, y pedimos tu ayuda para celebrarlo con fe sincera y ofrecerlo dignamente por la salvación del mundo. Por Jesucristo, nuestro Señor.


Prefacio I o Il de Cuaresma.


ANTIFONA DE LA COMUNIÓN

Lc 15, 32

Alégrate, hijo mío, porque tu hermano estaba muerto y ha vuelto a la vida, estaba perdido y lo hemos encontrado.


ORACIÓN DESPUÉS DE LA COMUNIÓN

Señor Dios, luz que alumbra a todo hombre que viene a este mundo, ilumina nuestros corazones con el resplandor de tu gracia, para que podamos siempre pensar lo que es digno y grato a tus ojos y amarte con sincero corazón. Por Jesucristo, nuestro Señor.


ORACIÓN SOBRE EL PUEBLO

Protege, Señor, a quienes te invocan, ayuda a los débiles y reaviva siempre con tu luz a quienes caminan en medio de las tinieblas de la muerte; concédeles que, liberados por tu bondad de todos los males, alcancen los bienes supremos. Por Jesucristo, nuestro Señor.

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